Dicen que en temas de política y religión no hay que meterse, pero la verdad es que no interesa hasta que tienes una fracción de poder en tus manos. Como muchos, esta es la primera vez que voy a votar, y me llama la atención pensar que este podría ser el más peculiar periodo de elecciones presidenciales que se ha tenido en mucho tiempo.
Yo solía ser de esas personas que no se interesaban en la política, después de todo no tenemos que ser fanáticos de la historia de México para saber acerca de varios de los fraudes electorales que se han dado durante tantas décadas en el país. No me había interesado el tema hasta que hace un año, teniendo la credencial de elector por primera vez (habiéndola sacado para todo menos para votar, como muchos) me cayó el veinte de que no es sólo un rectángulo de plástico, sino que gracias a este sistema de democracia directa, al menos teóricamente, todos tenemos un pequeño, pequeño, pedazo de decisión que a grande escala termina siendo algo muy importante.
Entonces llegó la incertidumbre… ¿Por quién rayos voy a votar? Entre pre-campañas y campañas la duda crecía.
Adelantado a todo llegó Enrique Peña Nieto, primero con su copete y luego con su aparente fobia hacia la lectura. También está Andrés Manuel López Obrador, que en realidad siempre estuvo allí, cinco años escuchando “estaríamos mejor con López Obrador” cada vez que encendía la televisión o la radio, ya me hartaron. Luego la candidata para presidenta Josefina Vazquez Mota que no tiene noción de los adjetivos (porque presidente es el que preside, no tiene género) que espera que el mundo entero sea indiferente a su género cuando ella misma lo sobrepone ante todo y hace énfasis en ser una presidenta con falda. Entonces tratando de pensar por cuál de estos tres estú… ¿Qué? ¿Hay un cuarto candidato? ¿En serio? Ah sí un tal Quadri, qué importa si no tiene oportunidades de ganar.
Algo así era lo que pensaba, y lo que muchos de mis amigos pensaban. Aunque algunos ya habían decidido ciegamente por quién votar, guiándose por el partido.
Luego de algunas semanas de tratar de desprestigiar a los otros, vino algo importante, los candidatos debían enfrentarse en el debate presidencial. -¡Ah el debate!- pensé – esto va a resolver todas mis dudas- …pero no fue así. Más que ayudarme a tomar mi decisión me confundió más, y como si fuera poco la imagen de la edecán me persiguió una semana por todas las redes sociales.
Entonces regresé a mi cuestionamiento inicial ¿Por qué tenemos que votar por el menos peor? Parece una burla que en vez de tratar de convencernos limpiamente con sus propuestas y plataformas políticas los candidatos se enfoquen más en desprestigiar a los otros partidos y candidatos.
Pero no todo es blanco o negro, la política siempre será gris; y no ir a votar no es una opción porque aparte de tirar a la basura un derecho constitucional es darle más oportunidades de ganar a quien mayor ventaja tenga (es un hecho estadístico), y si es un candidato que no te gusta, sencillamente no te conviene.
Infórmate, aquí se encuentran las plataformas de los candidatos, y si no te gusta alguno, entonces vota por las propuestas.
Cada pueblo tiene el gobierno que se merece… vamos exigiendo uno mejor.