Al ver los anillos que se forman en el interior de un arbol a lo largo de los años es imposible no pensar en el tiempo como una entidad tan grande como la existencia. Bartholomäus Traubeck tuvo la idea y el ingenio para poner en conjunto una tornamesa, una cámara de PlayStation, un brazo motorizado y conectarlo todo a una computadora con Ableton ¿para qué? sólo para saber cómo suena la voz de un árbol.
Esta tornamesa lee los anillos en un disco hecho de madera, perfectamente pulido. El resultado es una melodía en piano, la traducción de décadas y décadas de proceso.